Con corazón gigante y potencia arrolladora, Juan Gilberto “el Búfalo” Funes se convirtió en leyenda del fútbol argentino. Hoy, a 62 años de su nacimiento en San Luis, el pueblo puntano y el mundo del deporte lo evocan con nostalgia y gratitud.
El 8 de marzo de 1963, en la provincia de San Luis, nacía Juan Gilberto “el Búfalo” Funes, un delantero que revolucionó el deporte nacional y cuya impronta trascendió fronteras. Con su potencia inigualable y coraje nato, se ganó un lugar en la memoria colectiva como uno de los grandes íconos del fútbol.
Un corazón gigante… en todos los sentidos
Hablar del “Búfalo” es intentar describir lo que desborda el corazón. Tal vez por eso no alcanzan las palabras para retratar la profundidad de su legado. Dueño de una fuerza impresionante en la cancha, cada vez que Funes embestía, los defensores sentían el impacto de su envión. Se dice que superaba los 90 kilos de masa muscular, una energía que “retumbaba” cada vez que pateaba la pelota.

Pero fue, irónicamente, su corazón enorme el que lo llevó a partir temprano de este mundo. Tras varias intervenciones médicas, su “problema” resultó ser la cardiomegalia, un corazón demasiado grande y frágil para la alta competencia. Murió el 11 de enero de 1992, con apenas 28 años. Una conmoción total para el ambiente futbolístico que no olvidará su hazaña deportiva ni su calidad humana.
De San Luis al mundo
Formado en la entraña puntana, Funes jugó en Huracán, Jorge Newbery y Estudiantes (todos de San Luis). Después saltó a Gimnasia de Mendoza y, más tarde, brilló en Millonarios de Bogotá, donde dejó una huella imborrable. Su consagración absoluta llegaría en River Plate, cuando marcó goles en las dos finales que el equipo disputó contra el América de Cali para ganar su primera Copa Libertadores en 1986.

Con el club de Núñez, además, se alzó con la Intercontinental y la Interamericana. Parecía imparable: su fortaleza y su espíritu de lucha desbordaban cada partido. También pasó por Olympiacos FC de Grecia y el Nantes de Francia. Estuvo a punto de firmar con el Niza, pero un estudio médico le dio mal; finalmente, regresó a la Argentina para fichar por Boca Juniors, aunque apenas disputó un amistoso antes de que su salud empeorara.
Un adiós prematuro
Aunque hubo intentos médicos para prolongar su carrera, su cuerpo ya no resistió: se sometió a cuatro cirugías y en la quinta, la más crítica, no logró sobrevivir. La noticia de su partida conmovió profundamente a San Luis, a la afición millonaria y, en general, a todo el ambiente futbolístico. Tenía solo 28 años.
“Era bravo, siempre aguantaba la pelota con todo su potencial”, recuerdan quienes lo vieron jugar.
“Un buen tipo, un excelente esposo y un padre admirable”, dicen sus allegados y fanáticos.
Hoy, a 62 años de su nacimiento, la figura de Juan Gilberto Funes sigue presente en la historia del deporte nacional. Su irrupción en River, sus goles decisivos y la explosión de júbilo en cada estadio que pisó representan un capítulo dorado del fútbol argentino.

El recuerdo que perdura
“No hay término medio con los que nacen para brillar: permanecen en el recuerdo colectivo para siempre.” El “Búfalo” Funes vive en esas anécdotas de potentes embestidas, en las conversaciones que evocan su grandeza física y humana, y en cada pupila puntana que recuerda con orgullo al ídolo local que supo conquistar el ámbito internacional.
Como dijo alguna vez un hincha de River: “El Búfalo no murió, late para siempre en cada grito de gol que celebramos con el corazón.” Y así es: su legado permanece indemne, regalándonos la certeza de que, mientras exista el fútbol, existirá el recuerdo de Juan Gilberto Funes.
¡Feliz cumpleaños eterno, Búfalo!