La Santa Sede difundió la fotografía institucional del flamante Papa, ataviado con la sotana blanca y la cruz pectoral, junto a la firma que rubricará los documentos oficiales de su pontificado.
El Vaticano hizo pública este jueves la primera imagen oficial de León XIV, el pontífice elegido hace apenas unas semanas. En el retrato —destinado a circular en todos los despachos y representaciones de la Santa Sede— se ve al Papa vestido con la tradicional sotana blanca, muceta y cruz pectoral de oro, mirando serenamente a la cámara.
Junto a la fotografía se difundió la firma autógrafa que acompañará bulas, encíclicas y demás documentos sellados por el nuevo jefe de la Iglesia Católica. El gesto responde al protocolo de inicio de pontificado: el retrato y la rúbrica se incorporarán enseguida a los encabezados oficiales, a la papelería institucional y a los salones diplomáticos del mundo.
Para el Vaticano, la divulgación de estos símbolos “aproxima la figura del Santo Padre a los fieles” y marca formalmente el comienzo de una nueva etapa. Con este paso, León XIV —el primer Papa nacido en Estados Unidos— refuerza su mensaje de unidad frente a los desafíos globales que ha enumerado en sus primeras intervenciones: la crisis de la pobreza, la guerra y el cambio climático.
La oficina de prensa de la Santa Sede detalló que la sesión fotográfica se realizó en la Biblioteca Apostólica, un escenario que combina la majestuosidad vaticana con la atmósfera de estudio que el Pontífice ha querido imprimir a su imagen pública.
En las próximas semanas la imagen será distribuida a diócesis, nunciaturas y órdenes religiosas de todo el planeta; del mismo modo, la firma será incorporada a las cartas credenciales que envían los embajadores ante la Santa Sede.
Con el retrato ya en circulación, León XIV avanza en la configuración de su pontificado: se espera que en los próximos días anuncie las líneas pastorales de su gobierno y convoque a su primer consistorio de cardenales. Mientras tanto, la estampa oficial y la rúbrica personal son la primera señal tangible de un papado que aspira —según sus propias palabras— a “tender puentes donde hoy hay muros y a ser bálsamo donde reina la herida”.