Vladimir Putin se asegura otro mandato presidencial, pero las cuestiones de transparencia y las manifestaciones de oposición ensombrecen su victoria abrumadora.
En las elecciones presidenciales de Rusia, Vladimir Putin aseguraron una victoria contundente con el 88% de los votos, consolidando su posición como el líder ruso con más tiempo en el cargo en los últimos 200 años. Sin embargo, su triunfo no estuvo exento de controversia y críticas, con acusaciones de falta de transparencia y la presencia de protestas por parte de la oposición.
Las elecciones, que se llevaron a cabo poco más de dos años después de que Putin desencadenara el conflicto europeo más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial al ordenar la invasión de Ucrania, estuvieron marcadas por la guerra, con ataques ucranianos a refinerías de petróleo en Rusia y bombardeos en regiones fronterizas. Putin afirmó que estos ataques no quedarán impunes.
Aunque la reelección de Putin no sorprendió dada su dominio sobre Rusia y la ausencia de rivales reales que pudieran desafiar su poder, el líder de 71 años buscaba demostrar un apoyo abrumador por parte de los rusos. La participación electoral superó el 74%, mostrando una fuerte presencia en las urnas.
Sin embargo, las críticas a la transparencia de los comicios no se hicieron esperar. Se han señalado casos de cancelación de opositores políticos y obstáculos para la participación de otros candidatos que pudieran competir contra Putin. Los partidarios de Alexei Navalny, fallecido en prisión en febrero, organizaron protestas contra lo que calificaron como la autocracia corrupta de Putin.
Las manifestaciones de la oposición se enfrentaron a un fuerte dispositivo de seguridad, con decenas de miles de policías y agentes de seguridad desplegados en todo el país. Aunque no se ha realizado un recuento independiente de la participación en estas protestas, se difundieron imágenes que muestran una presencia significativa de manifestantes en varias ciudades rusas.