La combinación de vientos del sudeste y marejada superó la contención de la escollera; barandas arrancadas, baldosas sueltas y calzada anegada obligaron a cerrar uno de los tramos más transitados de la costa. El SMN mantiene la alerta por ráfagas y oleaje.
Una sudestada intensa golpeó este martes la costa de Mar del Plata con olas que superaron los dos metros de altura, poniendo a prueba la infraestructura del frente marítimo y sorprendiendo a vecinos y turistas.
El Paseo Dávila —tramo costero que bordea Punta Iglesia— fue el punto más afectado: la crecida arrancó barandas de protección, levantó baldosas y volcó agua sobre la calzada. Tránsito y Transporte municipal dispuso el corte total del corredor para evitar accidentes mientras las cuadrillas retiraban escombros y evaluaban daños estructurales.
“Las ráfagas combinadas con la pleamar empujaron la marejada sobre la vereda; por precaución cerramos el paso vehicular y peatonal”, señalaron desde Defensa Civil.
El fenómeno también generó inconvenientes en otros sectores costeros —Playa Grande y Varese— donde el oleaje cubrió senderos y provocó pequeños anegamientos. Comerciantes de la zona reportaron ingresos de agua en locales cercanos al borde costero, aunque sin lesiones ni evacuados.
El Servicio Meteorológico Nacional confirmó que la sudestada responde a un sistema de bajas presiones sobre el Atlántico que mantendrá ráfagas de hasta 60 km/h durante la madrugada. El alerta por viento y oleaje sigue activo y las autoridades recomiendan:
-
Evitar circulación y actividad recreativa en costaneras y escolleras.
-
No permanecer en balcones o zonas descubiertas expuestas al viento.
-
Alejarse de cables sueltos y objetos que puedan desprenderse.
Técnicos de Vialidad municipal realizarán inspecciones cuando baje la marea para determinar la magnitud de los daños y la necesidad de refuerzos en defensas costeras. Hasta entonces, la circulación vehicular seguirá desviada y la Policía custodia los ingresos para impedir el paso de curiosos.
Por ahora no se reportaron heridos, pero la imagen del mar cubriendo la avenida volvió a recordar la fragilidad del paseo marítimo cada vez que sopla el sudeste con fuerza. Mientras tanto, los hoteles y restaurantes de la zona rezan por un cambio de viento que calme el oleaje y devuelva la postal típica de la rambla marplatense.