Perdió en una pelea ajustada, pero aseguró que volverá a luchar por su sueño mundialista.
El 14 de junio, en el Casino de Buenos Aires, Micaela “La Princesita” Luján volvió a subirse al ring. Buscaba el título regional Mosca, con la mira puesta en una futura pelea mundialista. Sin embargo, tras diez asaltos intensos frente a Ayelén “La Piru” Granadino, las tarjetas dijeron otra cosa: 96-94 dos veces y 95-95.
La decisión dividida dejó sabor amargo. “Me vine con un sabor amargo, pero estoy tranquila y motivada”, confesó la boxeadora puntana, con una entereza que habla más de ella que cualquier cinturón.
Luján reconoció que el combate fue duro, no solo físicamente. “Después del primer round, el árbitro empezó a hablarme. Me sacó de eje, no pude concentrarme”, relató. “No fue culpa de mi equipo. Fue mía. Y de los errores se aprende”, aseguró.
Sus palabras, más allá del ring, resuenan con la misma fuerza de los golpes que recibe: “Uno debe agarrar lo negativo y convertirlo en motivación. Caerse y volver a levantarse. Y yo estoy dispuesta a hacerlo.”
Con humildad, reconoció que muchos la vieron ganadora, pero que asume su responsabilidad. “Esta pelea no me define. Para muchos yo gané, y yo no me sentí perdedora. Pero asumo lo que pasó y doy vuelta la página.”
Con solo 25 años, Micaela Luján demuestra que el corazón de una campeona no se mide en victorias, sino en la forma de afrontar las derrotas. “El deporte, como la vida, te golpea. Pero hay que levantarse y seguir”, reflexionó.
Y dejó una frase que resume todo: “Hay Mica para rato.”