En una ceremonia en la Capilla Paulina, todos los colaboradores ―eclesiásticos y civiles― firmaron el juramento de confidencialidad absoluta que rige el proceso. Su incumplimiento implica excomunión automática.
La Santa Sede informó que, en la tarde de este lunes, se cumplió uno de los pasos rituales más estrictos previos a la elección del nuevo Pontífice: el juramento de secreto de los hombres y mujeres que prestarán servicio durante el cónclave que se abrirá el miércoles en la Capilla Sixtina.
La ceremonia se celebró en la Capilla Paulina, dentro del Palacio Apostólico, y fue presidida por el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell, en presencia de los tres cardenales asistentes designados ad hoc. Allí, cada participante ―desde arzobispos ceremonieros hasta choferes de la Casa Santa Marta― leyó y firmó la fórmula fijada por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis (art. 48), promulgada por san Juan Pablo II en 1996.
“Prometo y juro observar el secreto absoluto (…) consciente de que una infracción comportaría para mí la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica”, reza el texto, que prohíbe expresamente todo registro de audio, video o imagen de las deliberaciones.
Un listado heterogéneo
La nómina de los juramentados incluye:
Monseñor Diego Ravelli, maestro de las Celebraciones Litúrgicas y secretario del Colegio Cardenalicio.
Siete ceremonieros pontificios encargados de la liturgia.
Dos religiosos agustinos responsables de la Sacristía Pontificia.
Confesores en varios idiomas, médicos y enfermeros.
Personal de limpieza, cocina y floristas del Vaticano.
Técnicos de servicios y ascensoristas del Palacio Apostólico.
Conductores que trasladarán a los cardenales electores desde la residencia de Santa Marta.
Dos oficiales de la Guardia Suiza y el director de Seguridad y Protección Civil del Estado vaticano con su equipo.
El alcance del secreto
A partir de la firma, ninguno de los involucrados puede revelar ―ni durante ni después del cónclave― dato alguno “que directa o indirectamente” refiera a las votaciones, escrutinios o conversaciones de los cardenales. La sanción por romper el sigilo es la excomunión automática (latae sententiae), que solo el próximo Papa podría remover.
Próximos pasos
El miércoles por la mañana los 115 cardenales electores celebrarán la Misa pro eligendo Pontifice en la basílica de San Pedro y, por la tarde, ingresarán en procesión a la Capilla Sixtina para el inicio formal del cónclave. Desde entonces ―y hasta que se escuche el Habemus Papam desde el balcón de la Loggia de las Bendiciones― toda comunicación con el exterior quedará interrumpida.