El cuerpo de Francisco fue llevado a la Basílica de San Pedro tras una procesión encabezada por el camarlengo cardenal Farrell; los fieles podrán despedirse desde hoy y el funeral será el sábado.
A las 9.17 de la mañana (hora local) la Plaza de San Pedro quedó en silencio: la procesión que trasladó el ataúd de Jorge Mario Bergoglio desde la capilla de la Casa Santa Marta hasta la nave central de la basílica culminó cuando el cortejo ingresó por la puerta principal, bajo el repicar de las campanas y el murmullo contenido de miles de fieles.
El cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo y máxima autoridad interina de la Curia hasta la elección del nuevo pontífice, presidió el breve oficio que siguió al arribo del féretro. Colocado frente al Altar de la Confesión –justo sobre la tumba de San Pedro– el ataúd de madera sin ornamentación metálica responde al deseo expreso de Francisco de simplificar los rituales fúnebres: quedó atrás la triple caja de ciprés, plomo y roble usada en ceremonias anteriores.
Tres días de vigilia pública
La Santa Sede informó que desde las 11.00 hasta las 22.00 de hoy –y durante las próximas 48 horas en idéntico horario– la basílica permanecerá abierta para que peregrinos, diplomáticos y autoridades civiles puedan presentar sus respetos. Al mediodía de este miércoles la fila que serpentea la columnata de Bernini ya superaba los 600 metros.
El funeral –previsto para el sábado a las 10.00– será oficiado por el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, siguiendo íntegramente el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis reformado en 2020 por el propio Francisco. Se espera la presencia de más de 200 delegaciones internacionales y jefes de Estado, incluidos los presidentes de Italia, Francia, Brasil y Argentina, así como el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y representantes de otras confesiones cristianas.
Qué sucede a partir de ahora
Con la muerte del pontífice y el inicio de la Sede Vacante, el camarlengo tomó posesión del Palacio Apostólico, selló los aposentos papales y notificó oficialmente a los jefes de las diócesis del mundo. Tras el funeral, el Colegio de Cardenales se reunirá diariamente en las llamadas congregaciones generales para fijar la fecha del cónclave –que, conforme a la Constitución Universi Dominici Gregis, debe comenzar entre el 15.º y el 20.º día posterior al deceso–.
Mientras tanto, los cardenales electores continuarán llegando a Roma: 122 tendrán derecho a voto. Según fuentes vaticanas, el proceso podría iniciarse la semana siguiente al sepelio si se logra el consenso reglamentario.
El legado de un pontificado reformista
Francisco –primer Papa latinoamericano y jesuita– cierra un pontificado de once años marcado por la reforma financiera del Vaticano, la creación de nuevos dicasterios y una línea pastoral enfocada en los migrantes, la periferia y la denuncia de los abusos sexuales dentro de la Iglesia. Su muerte abre un escenario de transición delicado en un momento de tensiones geopolíticas y desafíos sociales que él mismo describió como «una tercera guerra mundial por partes».
Durante las próximas jornadas, la basílica –custodiada por la Guardia Suiza Pontificia y un refuerzo de la Gendarmería vaticana– se convertirá otra vez en el corazón espiritual del catolicismo. De aquí al sábado, el flujo de peregrinos promete batir récords recientes y convertir la plaza en un tapiz ininterrumpido de velas, rosarios y banderas argentinas que ondean, con gratitud y congoja, ante la imagen de aquel primer Papa del fin del mundo.