Las bajas temperaturas dispararon la demanda y forzaron maniobras de emergencia para evitar cortes masivos.
Buenos Aires.— El frío polar que convirtió a la Argentina en “la heladera del planeta” dejó ayer una postal inquietante: el mayor pico de consumo eléctrico en un día hábil desde que existen registros, según la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa). La demanda trepó por encima de los 30.000 MW, una marca que encendió alarmas en las distribuidoras y obligó a aplicar ―silenciosamente― medidas de contención para no repetir los apagones del pasado reciente.
El salto se explica por la ola polar que barrió las 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires, con nevadas inusuales y la temperatura porteña más baja desde 1991. El frío extremo impulsó calefactores, estufas y caloventores, disparando la curva de demanda justo cuando la oferta energética no tiene margen para sorpresas.
Desde la Asociación de Distribuidoras Eléctricas (Adeera) confirmaron que varias de sus firmas asociadas implementaron maniobras preventivas: desvío de cargas, refuerzos de personal y microcortes programados en horarios críticos. La puntana Edesal detalló que su centro de control trabajó “en modo verano” pero en pleno invierno: guardias extensivas y patrullas urbanas listas para atender fallas.
Analistas del sector advierten que la infraestructura heredada arrastra décadas de subinversión y que el récord de consumo es “la crónica de un stress anunciado”. Para Matías Cambursano, consultor independiente, “el sistema respondió esta vez, pero cada pico nos deja más cerca del límite físico”.
Para amortiguar la presión, Adeera recomendó hábitos de consumo eficiente: aislar puertas y ventanas, programar termostatos en 20 °C y migrar a lámparas LED. La ecuación es simple: cada kilowatt ahorrado en los hogares es un kilowatt disponible para evitar colapsos.
El desafío se agrava porque los pronósticos prevén que la ola polar continuará toda la semana. “El verdadero test llegará si el frío sostenido coincide con alguna salida de centrales térmicas o hidroeléctricas”, alertó un operador de Cammesa que pidió reserva de identidad.
En el Gobierno reconocen el riesgo, pero confían en el operativo de refuerzo que coordina la Secretaría de Energía: más gasoil para las usinas, monitoreo minuto a minuto y líneas directas con las provincias. La “transición energética” que prometen los despachos oficiales luce, por ahora, tan distante como la primavera.