La decisión de la Justicia Electoral dejó fuera de competencia a los libertarios para las elecciones del 11 de mayo. Detrás de la resolución, quedó expuesta la fragilidad del armado político local y la lucha de poder entre sus referentes.
Javier Milei, el presidente que irrumpió en la política nacional con promesas de romper el statu quo, acaba de recibir una lección contundente sobre cómo la política también se juega —y se pierde— en los papeles. En San Luis, su espacio quedó fuera de juego para las elecciones legislativas del 11 de mayo. Y no por falta de apoyo popular, sino por una mezcla de torpeza administrativa, ambiciones cruzadas y una interna feroz que fracturó cualquier posibilidad de unidad.
La resolución de la jueza electoral Cynthia Fernández Paz fue clara: la Alianza La Libertad Avanza es nula. El presidente del Partido Libertario del Departamento Junín, Diego Balsano, firmó la conformación del frente sin contar con la autorización de la asamblea partidaria, tal como exige la ley. Una omisión que, en el marco de la disputa intestina, terminó sellando la suerte del armado libertario en la provincia.
Una interna sin conducción
Este golpe llega apenas 48 horas después de que otro intento, el frente “Las Fuerzas del Cielo”, también fracasara cuando el Partido Unión Vecinal Provincial —pieza clave del esquema— se bajó a último momento, invocando la necesidad de “unidad del espacio Liberal Libertario” y el deseo de evitar una guerra abierta con otros frentes. Traducción: la fragmentación interna hacía inviable cualquier estrategia electoral seria.
Detrás de este descalabro hay nombres que hoy compiten más entre ellos que contra sus adversarios. El senador nacional Bartolomé Abdala, el secretario parlamentario Rodolfo Negri, el diputado nacional Carlos González D’Alessandro, y la senadora Ivanna Arrascaeta se mueven en direcciones opuestas, a pesar de invocar todos la bendición de Milei y su hermana Karina.
La situación es reveladora: mientras el Presidente aspira a consolidar su liderazgo en el país, su tropa en San Luis no logra siquiera ordenar una lista. No hay acuerdo, no hay conducción, y lo que hay, en cambio, es un rosario de egos y desconfianzas.
¿Improvisación o soberbia?
El episodio no sólo deja a Milei sin representantes en una elección clave de medio término, sino que pone en evidencia una debilidad estructural: la falta de institucionalidad y organicidad en su espacio. En San Luis, como en otras provincias, muchos de los armados libertarios fueron precipitados, fundados en lealtades personales antes que en estructuras sólidas.
La estrategia del mileísmo, que funcionó como un torbellino en las presidenciales, muestra ahora sus límites cuando tiene que competir en el terreno largo y complejo de la política territorial. Los “outsiders” también tienen que cumplir formalidades, construir consensos y respetar procedimientos. No basta con agitar las redes sociales ni con invocar el apellido presidencial.
Un costo político
Para el Presidente, esta derrota en San Luis no es menor. La elección del 11 de mayo será un termómetro para medir el respaldo al oficialismo tras su llegada a la Casa Rosada. Quedar afuera por un conflicto interno en una provincia clave, donde el justicialismo está en proceso de reconfiguración y el oficialismo provincial aún no se consolida, es más que una mala noticia: es una oportunidad perdida.
La frase “se quedaron sin partido” parece una metáfora, pero es literal. Milei, que llegó a la Presidencia sin estructura tradicional, ahora enfrenta los desafíos de construir una fuerza que no dependa sólo de su figura. Y San Luis acaba de mostrar que, sin orden ni conducción, los libertarios pueden terminar siendo espectadores de su propia película.