Carlos D’Alessandro, diputado nacional por La Libertad Avanza en San Luis, jugará en las elecciones provinciales del 11 de mayo, pero lo hará por un partido prestado que responde al exgobernador Alberto Rodríguez Saá. El albertismo, disfrazado de “libertario”, busca seguir controlando el poder con candidatos reciclados.
En San Luis, la libertad avanza… hacia el pasado. Carlos González D’Alessandro, actual diputado nacional y uno de los rostros visibles del mileísmo en la provincia, anunció que será candidato a diputado provincial por el departamento Pueyrredón. Pero no lo hará bajo la bandera de Javier Milei. Tampoco con el Partido Libertario. Lo hará con Tercera Posición, un sello de goma que responde al sindicalista Claudio Álvarez, histórico operador del albertismo.
La escena roza el absurdo político: el supuesto “enemigo de la casta” se recuesta sobre uno de los engranajes más fieles del poder kirchnerista puntano. Claudio Álvarez, secretario general de UTHGRA y hombre alineado durante décadas con Rodríguez Saá, le presta la estructura a D’Alessandro para que este intente competir, tras no haber podido siquiera presentar correctamente los papeles de su propio espacio.
Un libertario funcional al poder que decía combatir
Lo que parecía una interna partidaria terminó revelando una estrategia de fondo. D’Alessandro, en lugar de encabezar un armado auténtico con sello de La Libertad Avanza, terminó rompiendo con todos los frentes libertarios locales. Contribuyó a fragmentarlos y hoy es funcional a la táctica del viejo caudillo: dividir para reinar.
El presidente Javier Milei se quedó sin frente electoral en San Luis. Las dos alianzas que intentaron formalizar su representación local —La Libertad Avanza y Las Fuerzas del Cielo— quedaron anuladas por falta de avales, irregularidades internas y una montaña de desconfianza mutua. Detrás del derrumbe: Carlos D’Alessandro. No solo no logró el consenso del partido, tampoco consiguió ordenar el caos interno. Todo lo contrario: lo amplificó.
El plan del Alberto: alquilar pelucas para seguir mandando
La jugada es clara. El rodriguezsaaísmo, en retirada tras la derrota de 2023, busca volver por la ventana. Sin votos propios ni poder real, apuesta a infiltrar y contaminar los nuevos espacios. Usa a D’Alessandro como vehículo, mientras instala candidatos libertarios de utilería, alquilando consignas ajenas, repitiendo slogans anti-casta con la voz gastada del viejo régimen.

Rodríguez Saá ya no conduce formalmente, pero mueve los hilos detrás de escena. No le alcanza con haber colonizado durante años al PJ provincial. Ahora intenta parasitar el mileísmo para sostener privilegios. Y D’Alessandro, en vez de resistir esa operación, se convierte en su instrumento.
El episodio de 2023: “Elijo Creer”, o cómo D’Alessandro quedó fuera
Esta no es la primera vez que D’Alessandro se “cuelga” de estructuras del tio Alberto para competir. En las elecciones generales del 11 de junio de 2023, el sublema “Elijo Creer” —perteneciente al lema “Unión por San Luis” y que llevaba como candidato a gobernador a Jorge “Gato” Fernández— debió cumplir la normativa de paridad de género. Al ajustar su lista, D’Alessandro fue excluido para incorporar a María del Carmen Godoy, asegurando el equilibrio entre varones y mujeres. Así, quedó fuera de la nómina oficializada, sin espacio en una boleta que él esperaba capitalizar.
Los libertarios de San Luis: más casta que nadie
En una provincia donde la ciudadanía ya dijo “basta” a la impunidad y a los eternos apellidos, los autodenominados libertarios aparecen mimetizados con lo peor del sistema. No representan renovación ni ruptura. Son un espejo desfigurado del albertismo, con peluca de todos colores y discurso enlatado.
Mientras tanto, la oposición real —la que ganó en 2023— observa el espectáculo con la certeza de que los intentos de engañar al electorado ya no tienen el mismo efecto. Los sanluiseños tienen memoria y saben leer entre líneas.
D’Alessandro podrá candidatearse, pero no representa ni la libertad ni la rebeldía. Representa al régimen que hundió a San Luis. Y al hacerlo desde un partido prestado, confirma lo que muchos ya sabían: no llegó a la política para terminar con la casta. Llegó para ser parte de ella.