Por: La Pluma de Coquito
San Luis le dijo “basta” a Alberto Rodríguez Saá en las urnas. Pero, ¿realmente se fue? Lejos de ello, el exgobernador sigue operando a sus peones desde las sombras. Y nada expone más esa jugada que el caso de Carlos González D’Alessandro, actual diputado nacional por La Libertad Avanza que —en lugar de encarnar una oposición genuina al régimen peronista— terminó corriendo a los brazos del albertismo para buscar un cargo provincial en el 11M. Más que un “outsider libertario”, es un infiltrado que responde al viejo caudillo.
La estrategia de alquilar estructuras
D’Alessandro viene haciendo equilibrio desde hace meses. Primero, intentó darle forma al mileísmo en San Luis, pero no consiguió ni los avales para presentar un frente. Quebró las alianzas que Javier Milei quiso impulsar, dejó fuera de juego a sus propios correligionarios y terminó, cual nómada político, mendigando un sello. Y, por supuesto, apareció un partido “Tercera Posición” manejado por sindicalistas leales al rodriguezsaaísmo, que le ofrece la plataforma para candidatearse a diputado provincial. Nada de libertad, nada de ruptura con la casta: un traje a medida del albertismo que todavía detenta poder bajo otras caretas.
Lo mismo ya había ocurrido en junio de 2023: D’Alessandro pretendía colarse en el sublema “Elijo Creer” (también con aroma al rodriguezsaaísmo), pero quedó afuera por no encajar en la paridad de género. Ahora vuelve con otra sigla de ocasión que exuda la influencia del hombre al que supuestamente dice combatir.
El show libertario a beneficencia del tío Alberto
Mientras Milei vocifera en la Casa Rosada contra el “modelo kirchnerista”, en San Luis su diputado nacional se convierte en un satélite del rodriguezsaaísmo, sin intentar siquiera disimularlo. El “roto” termina en manos del “descosido” y Alberto Rodríguez Saá, que se supone retirado tras la derrota de 2023, mueve los hilos para fragmentar a quienes podrían cuestionar su legado.
La táctica es la de siempre: dividir, corromper, inflar egos “libertarios” y terminar esparciendo la confusión. El objetivo: que la verdadera oposición a la vieja casta no se consolide. Y en medio de esa estrategia, D’Alessandro actúa como un excelente ariete para sembrar caos y beneficiar al exgobernador.
El “diputado” que jamás representó un cambio
¿De dónde salió la supuesta vocación libertaria de D’Alessandro? Se hace llamar “anti-casta”, pero su recorrido muestra todo lo contrario: alianzas ocasionales, acuerdos bajo la mesa y falta total de coherencia ideológica. Bastó con que Alberto levantara un teléfono para que el supuesto enemigo del peronismo se arrodillara a rogar un espacio. Con un “sí, señor”, terminó sumando más confusión al escenario político puntano.
No hay que olvidar que D’Alessandro es hoy diputado nacional, un cargo que se ganó bajo el paraguas de Milei y el discurso del “outsider” que iba a ponerle freno al régimen. Sin embargo, en la práctica no hizo nada que incomodara a la hegemonía local. Al contrario, ha servido para restarle fuerza a cualquier proyecto libertario auténtico y evitar que el mileísmo llegue con listas organizadas al 11 de mayo.
El Alberto: ¿retirado? Para nada
El exgobernador Rodríguez Saá se presenta como un hombre “sin ambiciones” después de la derrota. Sin embargo, la realidad difiere: mantiene tentáculos en cada rincón. Peronistas disfrazados de libertarios, sellos de conveniencia y pactos con viejos “compañeros” que renuevan sus caretas, todo suma a la conspiración por la que Alberto sigue intentando mandar en la provincia que —en teoría— ya no gobierna.
San Luis, mientras tanto, observa cómo el discurso de cambio se convierte en un simulacro: los que decían “desterrar la casta” se asocian con la peor casta de la historia provincial. Y el mayor beneficiario de esa maniobra sigue siendo, una vez más, Alberto Rodríguez Saá.
¿Cuál es la alternativa real?
Entre las maniobras para demoler al Milei local y las maniobras para apuntalar un peronismo “renovado” que nunca termina de renovarse, la provincia continúa sumida en un juego de máscaras. El verdadero cambio que muchos ciudadanos anhelan se ve ahogado por estas trampas y falsos rebeldes.
En definitiva, lo que queda en evidencia es que el poder nunca se fue: el rodriguezsaaísmo se recicla en manos de operadores “libertarios” que, a fin de cuentas, solo impulsan los planes de su supuesto adversario. Y D’Alessandro, el gran responsable de que Milei se quedara sin un armado propio en San Luis, se confirma como el mejor aliado del supuesto “retirado” que jamás dejó de conducir tras bambalinas.
PD:
Cuando el show se acabe, tal vez algunos de estos personajes reconozcan que su militancia “anti-casta” era solo un disfraz. Entretanto, San Luis se debate entre la esperanza de un recambio genuino y la dura realidad de un pasado que insiste en no morir, bajo nuevas máscaras y apellidos.