Alianzas, reclamos y el vínculo con Milei: el mapa político de los gobernadores en un año electoral clave.
Los mandatarios provinciales aliados y dialoguistas buscan abrir nuevos canales de negociación con el Gobierno, mientras que el ala dura peronista profundiza la confrontación. Más obras y coparticipación, entre las principales demandas al Ejecutivo.
Pese a que la elección de este año involucra solamente cargos legislativos, se convirtió en una instancia clave tanto para el Gobierno nacional como para los provinciales. Para el oficialismo será la oportunidad de cambiar la correlación de fuerzas en un Parlamento en el que La Libertad Avanza juega en absoluta minoría y obligada a negociar con otras fuerzas. Por eso -respaldado por su alta imagen positiva- el presidente Javier Milei la plantea como un plebiscito a su gestión. Para la oposición el desafío será no perder poder territorial producto del avance libertario.
En ese contexto, desde hace meses los gobernadores trabajan en una redefinición de alianzas políticas, que los unen por intereses comunes, por bloques regionales y, cada vez menos, por coincidencia partidaria.
El discurso libertario logró penetrar en todas las fuerzas y conseguir para Milei aliados impensados antes de su llegada a la Casa Rosada. Así, terminó quebrando lealtades políticas, especialmente de los gobernadores de provincias más dependientes de los recursos nacionales.
San Luis: entre la tensión con Nación y la disputa interna
En este escenario, San Luis no escapa a la lógica de los realineamientos políticos. Bajo la conducción de Claudio Poggi, la provincia ha mostrado una postura ambigua frente a la administración de Milei: por un lado, intenta mantener cierto grado de diálogo con Nación para garantizar recursos y financiamiento, pero por otro, enfrenta presiones internas y opositoras que le exigen un mayor enfrentamiento con las políticas de ajuste del Gobierno nacional.
San Luis ha sido históricamente una provincia con una fuerte impronta autónoma en su manejo de recursos, evitando en lo posible la dependencia de los fondos discrecionales de Nación. Sin embargo, los recortes en la coparticipación y el freno de la obra pública han golpeado su economía, generando una crisis en sectores clave como la construcción y el empleo público. Poggi ha intentado compensar este escenario con medidas provinciales, pero la presión social crece, especialmente en sectores gremiales y municipales, que exigen mejoras salariales y laborales.
En el plano político, Poggi enfrenta un desafío adicional: la recomposición del peronismo puntano, que tras la salida de los Rodríguez Saá intenta reorganizarse y capitalizar el descontento con Milei. La provincia, que en el balotaje apoyó mayoritariamente al libertario, hoy muestra signos de desencanto con la gestión nacional, especialmente en sectores productivos afectados por la apertura económica y la falta de asistencia estatal.
La unión hace la fuerza, pese a las diferencias
El inicio de la gestión de Milei fue muy conflictivo. La política de shock que propuso obligó a los gobernadores a realizar un ajuste similar en sus provincias, no sin consecuencias. Incluso se vivieron momentos de máxima tensión, como cuando los mandatarios del sur amenazaron con cortar el suministro de combustible a todo el país. Hoy, los enfrentamientos duros son cosa del pasado, a excepción de casos particulares.
A fuerza de negociación, política y billetera, el Gobierno tendió puentes con las provincias y logró consensos que le permitieron destrabar herramientas clave para su gestión como la Ley Bases y el Pacto Fiscal. Pero todavía quedan cuestiones por saldar. Los reclamos y pedidos de los gobernadores no solo se suscriben a las regiones que integran, en algunos casos tienen que ver con temáticas puntuales.
Según la ocasión lo precise, los gobernadores dieron muestras de poder dejar atrás diferencias partidarias para encolumnarse detrás de un reclamo común. Ya sea con la geografía como excusa o por intereses concretos, mandatarios que se encuentran en las antípodas ideológicas lograron unificar criterios para conseguir recursos para sus provincias.
La región centro puso el foco en las retenciones y pidió al Gobierno que las baje. Al frente de ese reclamo se pusieron los gobernadores de Santa Fe, Maximiliano Pullaro; de Córdoba, Martín Llaryora, y de Entre Ríos, Rogelio Frigerio.
Durante los últimos meses, los mandatarios provinciales reactivaron las ligas regionales, que comparten características y preocupaciones similares. En este caso, los de la región Centro están en alerta por el impacto de los impuestos sobre sectores productivos clave, como el campo.
En paralelo, las provincias del norte han insistido en el reclamo de un nuevo esquema de coparticipación que contemple sus necesidades y compense la falta de infraestructura y desarrollo. Los gobernadores del NOA y el NEA han intensificado las reuniones para elaborar una propuesta conjunta y elevarla al Gobierno nacional, buscando mayores beneficios para sus economías regionales.
Por otro lado, los mandatarios de la Patagonia se han mantenido firmes en la defensa de los recursos naturales, presionando por una mejor distribución de regalías hidrocarburíferas y el sostenimiento de los beneficios impositivos diferenciales. Este bloque, liderado por las provincias de Chubut, Santa Cruz y Neuquén, ha logrado acuerdos con el Ejecutivo en algunas áreas, aunque persisten diferencias en torno a la política energética.
En definitiva, el mapa político de los gobernadores sigue en movimiento, con alianzas que se redefinen constantemente según las necesidades de cada provincia y la coyuntura nacional.