Villa de la Quebrada volvió a desbordar. Más de 270 000 personas —llegadas desde todo el país— confluyeron en la tradicional Fiesta del Cristo para agradecer salud, pedir trabajo y sostener la unidad familiar. Testimonios y cifras de la mayor celebración religiosa de San Luis.
Villa de la Quebrada — Ni la inflación, ni el bolsillo flaco, ni el frío otoñal lograron frenar el aluvión de fe. El fin de semana pasado, unas 270 000 personas peregrinaron hasta la “capital de la fe” puntana para participar de la Fiesta del Cristo de la Quebrada, la celebración religiosa más convocante del interior cuyano.
Un pueblo que se transforma
Durante tres días, el pequeño poblado del departamento Belgrano se convirtió en una ciudad efímera: carpas a la vera de la ruta, puestos de comida humeando locro y empanadas, velas encendidas a cualquier hora y un río humano que trepaba —descalzo o con rodilleras improvisadas— las 14 estaciones del Calvario. La Policía calculó un flujo de 70 000 vehículos entre autos, motos y colectivos.
Las voces de la peregrinación
Marta Rosales (San Luis capital) no falta nunca: “Cada año pido por mi salud y la protección de los míos. La fe es lo único que no pierde valor con la devaluación”.
Rosa Olivares (San Martín, Mendoza) llegó con su marido y dos primas: “Lo nuestro es tradición familiar. Venir impulsa el ánimo, aunque el país ande patas para arriba”.
Desde la provincia de Córdoba, una pareja resumió el sentimiento común: “Pedimos trabajo y salud. Aquí se respira la presencia de Jesús; eso no tiene precio”.
Zulema Aguilera (Maipú, Mendoza) se emocionó al recordar los favores recibidos: “Primero agradezco, después pido. El Cristo nunca me falla”.
Victoria Fuentes subió al Calvario por primera vez: “La multitud impacta. Sentí una mezcla de vértigo y gratitud. Prometí volver”.
Turismo religioso y motor económico
Aunque la peregrinación es, ante todo, un acto espiritual, su impacto económico es innegable: hoteles colmados a 60 kilómetros a la redonda, ventas récord de artesanías y un movimiento estimado —por la Secretaría de Turismo provincial— de 1.500 millones de pesos. Para los puesteros, la fecha es “el aguinaldo del año”.
Fe en tiempos difíciles
En un contexto de salarios apretados y horizonte incierto, la festividad funcionó como válvula de escape y espacio de contención. “Cuando fallan la política y la economía, queda la fe”, deslizó un sacerdote antes de la misa central del domingo.
Seguridad y logística
El operativo incluyó 400 efectivos, puestos sanitarios móviles y control de tránsito las 24 horas. Sólo se reportaron atenciones por deshidratación y ampollas: ningún incidente grave.
Epílogo
A media tarde del lunes, con los últimos micros partiendo y los vendedores desmontando gazebos, la imagen del Cristo milagroso volvió a gobernar el silencio serrano. La próxima cita será en mayo de 2026. Para entonces, cada devoto cargará nuevas promesas… y la esperanza de regresar a agradecer.