Las lluvias de la temporada elevaron en cinco metros el nivel del embalse y San Luis Agua tuvo que liberar caudal para proteger la estructura y regular el río Conlara, algo que no ocurría desde mayo de 2017.
El dique San Felipe —ubicado en el corredor serrano que alimenta al río Conlara— alcanzó y sobrepasó este fin de semana su cota de vertedero (nivel de seguridad). El fenómeno, monitoreado por San Luis Agua, es consecuencia directa de las intensas precipitaciones acumuladas desde febrero: unos cinco metros de incremento en apenas dos meses.
Maniobra preventiva
Apertura de compuertas: la sociedad estatal ordenó el desprendimiento controlado de agua para evitar sobrepresiones en la presa y normalizar el caudal aguas abajo.
Régimen de erogación: el volumen liberado se ajusta a los protocolos de seguridad y a la capacidad del cauce para minimizar riesgos en márgenes productivas y poblaciones.
“San Felipe no vertía desde 2017. La maniobra es estándar: protegemos la infraestructura y garantizamos un caudal estable para Renca y los sistemas de riego”, explicaron técnicos del organismo.
Impacto en la cuenca
Abastecimiento productivo: el incremento favorece a los usuarios agrícolas y ganaderos que dependen del Conlara para riego y bebida animal.
Recarga de acuíferos: el excedente ayuda a recuperar napas subterráneas tras años de déficit hídrico.
Riesgo de crecidas puntuales: San Luis Agua pidió a productores y municipios ribereños seguir los avisos diarios de caudal y limpiar alcantarillas rurales.
Dato histórico
La última vez que el embalse superó la cota fue en mayo de 2017. Desde entonces las sequías habían mantenido el nivel por debajo del vertedero, incluso en temporadas estivales.
Próximos pasos
Vigilancia 24 h con estaciones limnimétricas y reportes cada seis horas.
Ajustes graduales en la válvula Howell‑Bunger según la evolución de las lluvias otoñales.
Comunicación a Defensa Civil y comisiones de riego para coordinar eventuales alertas.
Por qué importa
San Felipe es el pulmón hídrico del noreste puntano: regula el curso medio del Conlara y abastece de agua cruda a miles de hectáreas productivas. El desborde —lejos de ser una amenaza— confirma la recuperación del sistema y refuerza la disponibilidad para el ciclo de riego 2024‑2025, siempre que la gestión del recurso siga criterios técnicos y preventivos.