Después de siete años como beneficiarios del Plan de Inclusión Social, Érica Muñoz y Pablo Olguín consiguieron un empleo formal gracias a un programa de inserción laboral del Gobierno de San Luis. Hoy trabajan en una estación de servicio y en una firma de gestión de residuos, y proyectan una vida con vivienda propia para su familia.
Villa Mercedes — Érica Muñoz (28) y Pablo Olguín (30) pasaron siete años vinculados al Plan de Inclusión Social de San Luis, desempeñando tareas comunitarias y municipales a cambio de un subsidio. A principios de mayo, su trayectoria cambió: ambos fueron seleccionados para empleos formales a través de una herramienta de inserción laboral impulsada por el ministerio de Desarrollo Humano.
“No suelo atender números desconocidos, pero aquella llamada me sacudió: era una chica del ministerio diciéndome que encajaba en el perfil de una empresa”, recuerda Érica, hoy empleada en una estación de servicio Axion. “Fue una emoción muy grande”, resume.
En apenas semanas, Pablo también rindió entrevista en Midaes, empresa de gestión de residuos, donde ingresó a planta permanente.
“Es otra vida: ya no dependemos de un ingreso precario, sino de un sueldo con aportes y obra social”, reflexiona Érica, que cumple turnos de ocho horas con seis francos al mes. Pablo, por su parte, trabaja de lunes a viernes de 8 a 17.
Un nuevo proyecto de vida
La pareja, que convive con su hijo de cuatro años, destaca el cambio de perspectiva:
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Estabilidad económica: “Podemos planificar nuestra vivienda propia”, dice Pablo.
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Cobertura social: “En el Plan recibíamos asistencia, pero ahora tenemos obra social completa”, subraya Érica.
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Desafío familiar: Coordinar guardias y cuidado del niño demanda logística, pero confían en que su futuro será mejor.
Para consolidar su proyecto, ambos aspiran a ahorrar para una casa propia y brindar a su hijo “lo mejor posible”.
El rol del programa de inserción
Las empresas interesadas en perfiles como los de Érica y Pablo enviaron sus vacantes al Gobierno provincial, que gestionó las entrevistas. Este puente público-privado demuestra que, con capacitación y seguimiento, el paso a la formalidad es viable.
“Fui a la entrevista, quedé y así empezó todo lo que es ahora nuestra vida”, resume Pablo.
La experiencia de Érica y Pablo ilustra un modelo de inclusión activa: dejar de ser meros beneficiarios para convertirse en trabajadores con derechos y expectativas de progreso. Su historia, compartida por el equipo de San Luis+, resuena como un ejemplo de cómo una política pública bien aplicada puede transformar realidades y abrir puertas al futuro.