Lorena Gómez, farmacéutica de San Luis, inició una búsqueda a los 14 años para descubrir sus orígenes. En octubre de este año, se reunió con su madre biológica en un abrazo que esperaba más de medio siglo.
La historia de Lorena Gomez comenzó con una duda que se instaló en su adolescencia: al mirar fotos familiares, notó que no compartía rasgos con sus padres adoptivos. Ese fue el inicio de un camino lleno de preguntas y silencios que culminó el pasado 23 de octubre, cuando abrazó a su madre biológica, María Cristina Vargas , por primera vez.
Un viaje para encontrar respuestas.
Lorena, de 52 años, comenzó a sospechar de su origen a los 14, pero por respeto a sus padres adoptivos, nunca planteó sus dudas. Con los años, acumuló pequeños indicios: un acta de nacimiento que mencionaba su lugar de origen en Río Negro y la sensación de desconexión con su madre adoptiva durante su embarazo.
Su búsqueda tomó impulso al contactar organizaciones como Raíz Natal y realizar un análisis de ADN ancestral. Así encontró a parientes lejanos que la guiaron hasta su madre biológica, quien había sido obligada a entregar a su hija al nacer bajo la creencia de que había muerto.
El reencuentro
El resultado de una prueba de ADN confirma la relación madre-hija con un 99.99% de compatibilidad. Tras la noticia, madre e hija se encontraron en Córdoba. “Cuando me vio, tomó mi cara entre sus manos, apoyó su frente en la mía y lloró. Fue un momento único e indescriptible”, relató Lorena.
Ahora, ambos trabajan en construir una relación mientras celebran la verdad que salió a la luz después de más de cinco décadas. Lorena asegura que este reencuentro no cambia el amor hacia su padre adoptivo, quien siempre la apoyó.
“Conocer la verdad es sanador. Es un cierre para una historia que esperó muchos años”, concluye Lorena, emocionada.