La suboficial Marina Silva, acusada de asesinar a sus dos hijos, tenía el sueldo embargado y una deuda que superaba los 7 millones de pesos. La desesperación por las deudas la llevó a tomar una drástica decisión, según lo dejó escrito en una carta.
Con el sueldo embargado y deudas que se acumulaban, Marina Silva vivió una presión insostenible. La policía investiga cómo la angustia económica habría llevado a la suboficial a acabar con la vida de sus hijos en un hecho que conmocionó a la comunidad.
El pasado martes, en el barrio Los Fresnos de Juana Koslay, el país se estremeció con la noticia del asesinato de dos menores a manos de su propia madre. Marina Silva, una suboficial de la Policía, habría actuado impulsada por las millonarias deudas que enfrentaba. Según los primeros informes, la mujer acumulaba un pasivo de casi 7 millones de pesos, la mayor parte proveniente de empresas de microcréditos. Su familia, al tanto de la situación, intentó ayudarla, pero el panorama financiero de Silva no dejaba de empeorar.
Diego Silva, padre de la acusada, confirmó que la situación económica de su hija era crítica. “Le saqué préstamos, le presté la tarjeta. Mi pareja y sus hermanos también intentaron ayudarla, pero no sabíamos qué más hacer. Marina tenía deudas con todo el mundo”, declaró, visiblemente afectado. Según sus palabras, la policía enfrentaba un “problema económico muy grande” del cual aún desconocen su origen exacto.
El día del crimen, Jonathan Funes, padre de los menores y expareja de Silva, relató que la suboficial había mencionado que dejaría a los chicos en la escuela y luego iría al banco. Horas más tarde, los cuerpos de los niños fueron encontrados en el domicilio familiar. En una carta que dejó escrita, Marina Silva confesó que actuó para evitar que sus hijos se convirtieran en una “carga” para sus familiares, mencionando explícitamente que su decisión no fue culpa ni de Funes ni de su madre.
La investigación reveló que, además del embargo de su sueldo, en los últimos tres meses, Silva había adquirido más de 2 millones de pesos en nuevas obligaciones. Los fiscales a cargo del caso creen que, tras asesinar a sus hijos, la intención de la acusada era quitarse la vida, aunque no llegó a concretarlo.
El dramático suceso puso en evidencia una realidad alarmante: el impacto de las deudas y la desesperación financiera que, en casos extremos, puede desencadenar decisiones trágicas. Mientras la justicia avanza en el proceso, la comunidad de Juana Koslay continúa conmocionada por una tragedia que pocos pueden comprender.